Norton, el galgo mestizo del autor que inspiró la novela. |
- Ha sido larga y dura de leer –comentaría
Cristina Herreros al terminar de leer la novela.
Era una
obra demasiado personal en la que el autor se había vaciado sin pensar en
ningún momento en un futuro lector. El autor señalaba cada músculo de los
galgos, cada mosca, cada ráfaga de viento…, para él, todo era importante,
incluso el polvo que se pegaba a los galgos o a las piernas de los niños, el
vuelo de los vencejos que solo él veía, la vida de las lombrices o el
movimiento lento y pesado de los sapos, el vuelo de las libélulas o la
existencia bajo las aguas de las carpas en La Charquilla. Un delirante universo
de animales, de aves y de mamíferos, incluso de células…,y todo eso estaba
allí, en los inmensos llanos que rodeaban a la finca del torero Dámaso Romero.
- Imagino muchos primeros planos, planos en
silencio en donde solo se oyen a los galgos y el vuelo de las moscas, o el roce
del viento entre las alas de los vencejos…, es el mundo de ellos, el de los
niños que aman a sus galgos –comentaba el autor durante uno de los muchos
encuentros con la directora y el guionista- cada galgo es protagonista y cada
galgo tiene una historia propia que os contarán sus ojos y sus miradas…, me
gustaría que os diesen un Goya a la mejor fotografía.
- No
hay mucho que fotografiar en la meseta, en estos llanos –contestó la directora.
- Siempre habrá un galgo o una liebre que
fotografiar, que rodar…, en esos momentos el espectador deberá estar viendo
otra película…, las liebres también son protagonistas, y los sapos y las
palometas que vuelan entre las luces del todoterreno.
- Me preocupa rodar con perros y niños…, ¿ y
si ocurre algo…? –admitió Cristina Herreros.
La directora vio como el autor cabeceaba y
sonreía.
- No pasará nada, los galgos son distintos a
cualquier otro perro…, y nunca morderán a Paul o a Alberto…, al hijo de Don
Marcial si.
- Esa secuencia es dura…, cuando el hijo del
terrateniente los encuentra cazando dentro.
- Y larga…., es curioso, esa escena la
imaginé toda del mismo color, de un color intenso como naranja o medio rojo….,
bueno ya no se lo que imaginaba, pero recuerdo ese color y la angustia, el olor
de la nicotina en la mano del hijo de Don Marcial.
- Eso será difícil trasmitirlo con imágenes…,
el olor.
- Que hablen los ojos de Alberto…, en esa
escena descubren el mundo real.
-
Bueno…, te confieso que tengo ganas de empezar a rodar…, pero los cheques no
llegan.
- ¿Que rodareis primero…?.
- Las escenas de campo y las de los galgos…,
y la primera toma será como la primera pagina de tu novela.
- Esa primera página la escribí seis meses
después de empezar a escribirla…., y la coloqué ahí, me parecía muy dinámica y
muy peliculera.
- Peliculera es…, ese plano es importante,
presenta a Paul y a todo su mundo, a los galgos, el zurrón con la piel de los
matacanes, sus vencejos…, ese mundo que empezara a compartir con Alberto.
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