martes, 21 de mayo de 2013

AHORCANDO GALGOS, AHORCANDO LA NIÑEZ.


    

   Durante esos primeros meses de rodaje en la finca de Damaso, todos se lo pasaron bien, a los niños Paul y Alberto les encantaban los galgos y realmente estaban consiguiendo algo que el autor habia tratado de reflejar en la novela. Deseaba que en algunos momentos los niños se confundiesen con los galgos, algo que no era dificil que ocurriese si se les observaba a cierta distancia y con la calima distorsionandolos brutales horizontes manchegos.
   A Cristina ya no le aterrorizaba la idea de que alguno de los lebreles mordiese a los niños, por esa parte estaba tranquila, pero se acercaba el momento de rodar una de las escenas mas emotivas de la novela y de la pelicula. Una de las escenas en la que morian dos galgos, LLorica y Blanco y en la que también se estrangularía el recuerdo de ese verano entre los perros flacos. Alberto iba a descubrir que les ocurria a los galgos cuando dejaban de correr y también iba a descubrir el odio, el rencor y la maldad de los hombres.
  Aquella mañana el equipo de rodaje amaneció tenso, casi tan nervioso como el primer día de rodaje...., un ambiente que tan solo parecia inquietar a los adultos. Los niños y los galgos habian madrugado y alborotaban mirando al cielo y buscando a esos vencejos que el autor habia descrito obsesivamente en la novela.
  El torero también les observaba y sonreía satisfecho, aquella aventura le estaba encantando..., aunque le estaba costando sus cuartos, como él decía, dinero, pero firmaba los talones agusto, tan solo le inquietaban las visitas de las animalistas, que siempre eran mujeres y de izquierdas.