Cristina Herreros se sorprendió ante la petición del autor, quería estar presente en el casting de los niños que darían vida a Paul y a Alberto. Aunque él no sabia nada de interpretación si que deseaaba que Paul tuviese el pelo casi rubio y con un corte moderno, distinto a lo que stuviese de moda en la España de los setenta, mientras que Alberto debería tenerlo negro y corto, mas bien al estilo castrense, por aquello de que su padre era guardia civil.
La directora accedió a ese deseo y a otro que la dejó sin palabras durante unos instantes.
- Quiero que sean los galgos quienes los elijan...., si los galgos no les rehuyen podrás rodar sin problemas.
El autor no dejaba de sorprender a Cristina, también accedió a ese deseo y una vez se hizo la primera selección fueron con el resto de los chavales a la finca de Damaso, serían sus galgos marrones y barcinos los que protagonizarían las escenas de la infancia y serían ellos los que elegirían a los chiquillos.
Aquel día se preparó una especie de visita por toda la explotación ganadera, los niños se fueron relajando y fué durante el almuerzo, cuando Damasó apareció rodeado de sus galgos ante la atenta mirada del autor y de Cristina Herreros, la directora estaba algo nerviosa, si alguno de esos perros mordía a alguien sería el final de la pelicula sin ni siquiera haber rodado ni un solo fotograma.
Pero aquellos preciosos animales se comportaron como lo que eran, como galgos temerosos y asustadizos, como animales nobles y puros y tan solo se dejaron tocar por un par de niños, pero los dos tenían el pelo negro.
- Ahí tienes a tus protagonistas -dijo el guionista.
- Pero los dos tienen el pelo corto y negro -murmuró el autor.
Cristina Herreros no pudo reprimir una carcajada y cabeceó ajitando su melena rizada.
- Por Dios..., que vamos a hacer cine..., y en el cine todo es posible.
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