martes, 30 de abril de 2013

EL PRIMER DIA DE RODAJE.


   
   Con el guión concluido y con la novela original sintetizada en casi una hora y tres cuartos de película, llegó el "si" de un productor, no pondría todo el dinero pero si parte de él. Pero la sorpresa llegó des de de los galgueros, por parte de esos cazadores odiados por los animalistas y las protectoras. Ellos aportaron un talón muy generoso que junto a la aportación entusiasta y entregada de Dámaso hicieron posible ese primer día de rodaje.
  Cristina sabia que el presupuesto era muy justo y que cualquier contratiempo les dejaría sin fondos, pero había planificado bien el rodaje. Las secuencias en Madrid no eran complicadas, eran las tomas de campo las que la preocupaban. 
  La meseta no era un decorado que poder manipular y aquel cielo que contemplaba era inmenso, incluso el sol parecía espectante, incluso los vencejos, que solo veía el autor, parecían esperar a oír sus voz.



   Todos esperaban su orden, la cámara enfocaba ya al niño y a los cinco galgos barcinos que ya jadeaban. Antes de esa primera toma ya habían estado corriendo para que caminasen alrededor del niño con calma y jadeando, tal como los había descrito el autor en la novela.
  - Los galgos y el niño.... -murmuró Cristina. Así comenzaba la novela y así comenzó el rodaje de "El verano de los perros flacos"- ¡acción...!.
  Dámaso emitió una especie de orden y los cinco lebreles empezaron a caminar rodeando al niño, rodeando a ese Paúl que ya era de carne y hueso y no de papel. El niño murmuraba y los galgos caminaban ante una lente que se deslizaba sobre los raíles y que se recreaba en sus patas, en sus pechos, en sus largos hocicos y que después se iba alzando hasta fotografiar a Paúl  hasta recrearse en los ojos puros de ese niño, hasta descifrar como esas pupilas veían el mundo, a sus galgos, a los vencejos y al cernícalo.
   Cristina Herreros fue generosa con el autor y tras esa primera toma le hizo un gesto para que la visionase en el monitor.
   -¿Es esto lo que imaginaste cuando escribiste ese primer párrafo...?.
   El autor tan solo pudo llorar y afirmar con la cabeza. 
 En ese momento Cristina supo que los galgos no iban a defraudarla y que el autor estaba entregado por completo.
    
   




 
   

sábado, 13 de abril de 2013

EL CASTING DE LOS NIÑOS.


                                                                     

      

    Cristina Herreros se sorprendió ante la petición  del autor, quería estar presente en el casting de los niños que darían vida a Paul y a Alberto. Aunque él no sabia nada de interpretación si que deseaaba que Paul tuviese el pelo casi rubio y con un corte moderno, distinto a lo que stuviese de moda en la España de los setenta, mientras que Alberto debería tenerlo negro y corto, mas bien al estilo castrense, por aquello de que su padre era guardia civil. 
  La directora accedió a ese deseo y a otro que la dejó sin palabras durante unos instantes.
   - Quiero que sean los galgos quienes los elijan...., si los galgos no les rehuyen podrás rodar sin problemas.
   El autor no dejaba de sorprender a Cristina, también accedió a ese deseo y una vez se hizo la primera selección fueron con el resto de los chavales a la finca de Damaso, serían sus galgos marrones y barcinos los que protagonizarían las escenas de la infancia y serían ellos los que elegirían a los chiquillos.
   Aquel día se preparó una especie de visita por toda la explotación ganadera, los niños se fueron relajando y fué durante el almuerzo, cuando Damasó apareció rodeado de sus galgos ante la atenta mirada del autor y de Cristina Herreros, la directora estaba algo nerviosa, si alguno de esos perros mordía a alguien sería el final de la pelicula sin ni siquiera haber rodado ni un solo fotograma.
  Pero aquellos preciosos animales se comportaron como lo que eran, como galgos temerosos y asustadizos, como animales nobles y puros y tan solo se dejaron tocar por un par de niños, pero los dos tenían el pelo negro.
   - Ahí tienes a tus protagonistas -dijo el guionista.
   - Pero los dos tienen el pelo corto y negro -murmuró el autor.
   Cristina Herreros no pudo reprimir una carcajada y cabeceó ajitando su melena rizada.
   - Por Dios..., que vamos a hacer cine..., y en el cine todo es posible.